«Sin novedad en el salto». Es la frase que se escucha dentro y fuera de una aeronave cada vez que finaliza un lanzamiento paracaidista, cuando todas las campanas se han abierto y las tropas han tomado tierra sin incidencias.
Se debe, sin duda, a la pericia de los saltadores, pero también a un grupo de especialistas, alrededor de un centenar, paracaidistas como aquellos, pero que, en lugar de caer desde un avión o un helicóptero militar, trabajan con los pies en el suelo, desenredando, limpiando y plegando cordones, atalajes y paños de los paracaídas que utilizan sus compañeros.
Son los miembros de la Compañía de Lanzamiento Paracaidista. Durante todo el ciclo de mantenimiento «cada gesto se ejecuta con cuatro ojos sobre cuatro manos, siempre con el referente de la responsabilidad», explica el teniente coronel Javier Escrig, jefe del Grupo Logístico VI de la BRIPAC en la que se integra esta unidad.
La compañía cuenta con cuatro secciones: de Apoyo al Lanzamiento, de Plegados y de Apoyo Logístico que comparten instalaciones en la base Príncipe, sede de la BRIPAC en Paracuellos del Jarama, y la de Cargas, ubicada en la base aérea de Torrejón de Ardoz.