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Limpiar la guerra para construir la paz
19/05/2025
Artículo de la Revista Española de Defensa nº 427
¿En qué lugar puede verse a dos soldados de ejércitos hasta hace poco enemigos aprendiendo juntos a construir la paz? En el Centro Internacional de Desminado (CID) de la Academia de Ingenieros del Ejército de Tierra, en Hoyo de Manzanares (Madrid). Edgar Saúl Moreno es capitán del ejército peruano y Roberto Moncayo lo es del ecuatoriano.
Entre enero y febrero de 1995 sus dos países estuvieron en guerra para disputarse un territorio en la Cordillera del Cóndor y del río Cenepa. Entonces, se minó la zona: unos 279.388 metros cuadrados, casi 40 campos de fútbol. La retirada de las minas comenzó en 1999 y aún continúa.
Así construyen la paz, devolviendo limpias esas tierras a agricultores o a los indígenas para que caminen sin miedo a morir o quedar lisiados. Como ellos han venido a formarse en el CID otros 14 alumnos de varios ejércitos iberoamericanos. Desde su certificación como centro nacional de referencia, en 2002, se han realizado 65 cursos sumando unos 1.400 alumnos de 30 países. Los que más lo solicitan, en los últimos años, son los de la OEA (Organización de Estados Americanos), entre ellos Colombia, el cuarto país del planeta con más minas dispersadas en su territorio.
España está a la cabeza del mundo contra la utilización de minas antipersonas y similares en los conflictos. Desde la ley de 6 de octubre de 1998, actualizada en 2015, nuestro país prohibió el uso y fabricación de este tipo de artefactos y municiones de racimo. En todo caso, se almacenan algunas de enseñanza para formar a los desminadores.
A escala mundial, la prohibición del uso de minas antipersonas quedó refrendeda en el tratado de Otawa de 1997. Lo han firmado, hasta ahora, 165 países, aunque algunos, como EEUU, Marruecos, Rusia o China, no lo han hecho. Precisamente, uno de los motivos por los que los militares iberoamericanos eligieron Madrid fue «porque Estados Unidos, al no tener suscrito el convenio de Ottawa, no tiene experiencia en desminado humanitario, que es muy exigente en su pulcritud en comparación al que se hace en combate. Además, aquí el profesorado es muy bueno y hablar en español es importante en una materia tan técnica», señala el capitán ecuatoriano Roberto Moncayo.
